Hace muchos años, cuando aún era estudiante, supe por primera vez de los sistemas de bases de conocimiento. Se trataba de bases de datos avanzadas que permitían dar respuestas automatizadas a los usuarios, dando pie a los primeros sistemas expertos que más tarde mutarían en lo que ahora conocemos como realidad virtual. Uno de estos sistemas que manejé hace años se llamada Dr. Abuse; se trataba de un sistema que simulaba charlar con psicólogo, con una base de conocimientos muy sencilla, el usuario podría conversar con una máquina; y aunque la experiencia no era del todo realista, se podía ver claramente lo que vendría años después. Hoy en día hay sistemas increíbles, como uno que encontré hace poco y que se llama Eliza.
Eliza es un sistema inteligente que te envía mensajes motivacionales, te pregunta cómo estás y por su puesto, te da palabras de aliento. Es otras palabras, se trata de un App robot que siempre está disponible para hablar contigo, a la hora qué sea y abordar cualquier tema. Esta App es un ejemplo de lo que viene en los siguiente años. Tecnología que no solamente estará inmersa en nuestros trabajos y estudios, sino también en nuestros sentimientos. Y todo esto suena muy bien. Tener a un consejero virtual que siempre esté dispuesto a escucharnos es maravilloso, pero la gran pregunta es: ¿Qué pasa con los datos que le entregamos a la App?
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